La defensa de Israel
Sobre el mas reciente conflicto entre Israel y Hamas en Gaza me parece muy buena esta columna de Hermann Tertscht,resume bastante bien mis puntos de vista al respecto de ese conflicto:
Porque si el dilema moral estuviera entre sus propias vidas y las de los inocentes que invariablemente el terrorismo de Hamás convierte en escudos y en carne de cañón, quizás la elección fuera más difícil. Pero lo que está en juego frente a las víctimas inocentes que la operación militar produce en Gaza es la vida de todos y cada uno de los niños israelíes. Y sus padres, madres y abuelos. Hasta el más hipócrita propagandista del terrorismo islamista, figura tan frecuente en la izquierda española, sabe que todo niño, todo civil inocente muerto en Gaza es una losa más para Israel y una victoria para sus enemigos. Que a Hamás le sirven niños muertos a ambos lados. Mientras Israel intenta evitarlos a toda costa a ambos lados. Las fotos de los niños palestinos se difunden sin cesar, incluso cuando resultan falsas y proceden de otras matanzas, con muchos más niños muertos, por cuya suerte nunca se han protestado, como las de decenas de miles de niños árabes muertos en Siria. Para evitar más niños muertos ha metido Israel a sus reclutas jóvenes y ha perdido en dos semanas a 47 de ellos. Y ha limitado sus operaciones a las zonas fronterizas. Ha encontrado mucha resistencia y un Hamás crecido y bien organizado. Con auténticas ciudades subterráneas. Pero la opinión pública está masivamente de acuerdo con la operación. «Nos fuimos de Gaza, destruimos los asentamientos, las sinagogas, los cementerios. Dejamos Gaza para ellos. Mire lo que han hecho. Todo el dinero lo invierten en infraestructuras y equipos para el terrorismo. Imaginen que hubiéramos hecho eso con Cisjordania. En Jerusalén este». El Estado de Israel tiene un sentido supremo que es el de proteger a su pueblo, el judío, después de todo lo sucedido en el siglo XX. Un estado judío que no protege a sus ciudadanos no tiene sentido. Por eso, nadie diga que es desproporcionada la respuesta. Israel utiliza sus medios para poner fin a las agresiones a sus ciudadanos, Israel no quiere matar a palestinos aunque tiene los medios para ello. Mientras Hamás sólo vive para tener los medios para matar judíos. Israel tiene que protege con todas sus fuerzas a todos sus ciudadanos. Si no lo hace, perdería sentido. Y los judíos se desperdigarían por el mundo. Y la civilización perdería a la única sociedad abierta que tiene aún voluntad de defenderse, que vive en tolerancia con la firmeza de principios para luchar por sobrevivir.
El Estado de Israel tiene un sentido supremo que es el de proteger a su pueblo, el judío, después de todo lo sucedido en el siglo XX
« YO siempre he creído en el diálogo. Y siempre he ido a hablar con los palestinos. También cuando aquí no gustaba», comenta. «Pero ahora mismo yo me negaría a que mi primer ministro ponga fin a la operación sin concluirla». El primer ministro Netanyahu ha sido literalmente arrastrado a entrar en Gaza por la campaña de cohetes de Hamás. En el sur del país no hay calma nunca, pero las últimas tres semanas han puesto a todos los israelíes en estado de guerra. Y en ese estado se hallan. Y con los intentos de infiltración se han convertido en obsesión los túneles, no de aprovisionamiento sino de agresión. «Netanyahu no tenía esta vez alternativa. No quería entrar en Gaza y quería parar. Parar aquí con la opinión pública israelí es muy difícil. Porque si te atacan después, te responsabilizan de no haber cumplido con tu deber». Quien así hablaba ayer en una sala del Knesset, el Parlamento israelí en Jerusalén, era Nachman Shai, periodista de larga experiencia y diputado laborista en la oposición. «Siempre he creído en el diálogo. Pero nunca permitiría que mi jefe de gobierno dejara sin respuesta un ataque. Las agresiones jamás pueden quedar impunes. En esta región es suicida».Porque si el dilema moral estuviera entre sus propias vidas y las de los inocentes que invariablemente el terrorismo de Hamás convierte en escudos y en carne de cañón, quizás la elección fuera más difícil. Pero lo que está en juego frente a las víctimas inocentes que la operación militar produce en Gaza es la vida de todos y cada uno de los niños israelíes. Y sus padres, madres y abuelos. Hasta el más hipócrita propagandista del terrorismo islamista, figura tan frecuente en la izquierda española, sabe que todo niño, todo civil inocente muerto en Gaza es una losa más para Israel y una victoria para sus enemigos. Que a Hamás le sirven niños muertos a ambos lados. Mientras Israel intenta evitarlos a toda costa a ambos lados. Las fotos de los niños palestinos se difunden sin cesar, incluso cuando resultan falsas y proceden de otras matanzas, con muchos más niños muertos, por cuya suerte nunca se han protestado, como las de decenas de miles de niños árabes muertos en Siria. Para evitar más niños muertos ha metido Israel a sus reclutas jóvenes y ha perdido en dos semanas a 47 de ellos. Y ha limitado sus operaciones a las zonas fronterizas. Ha encontrado mucha resistencia y un Hamás crecido y bien organizado. Con auténticas ciudades subterráneas. Pero la opinión pública está masivamente de acuerdo con la operación. «Nos fuimos de Gaza, destruimos los asentamientos, las sinagogas, los cementerios. Dejamos Gaza para ellos. Mire lo que han hecho. Todo el dinero lo invierten en infraestructuras y equipos para el terrorismo. Imaginen que hubiéramos hecho eso con Cisjordania. En Jerusalén este». El Estado de Israel tiene un sentido supremo que es el de proteger a su pueblo, el judío, después de todo lo sucedido en el siglo XX. Un estado judío que no protege a sus ciudadanos no tiene sentido. Por eso, nadie diga que es desproporcionada la respuesta. Israel utiliza sus medios para poner fin a las agresiones a sus ciudadanos, Israel no quiere matar a palestinos aunque tiene los medios para ello. Mientras Hamás sólo vive para tener los medios para matar judíos. Israel tiene que protege con todas sus fuerzas a todos sus ciudadanos. Si no lo hace, perdería sentido. Y los judíos se desperdigarían por el mundo. Y la civilización perdería a la única sociedad abierta que tiene aún voluntad de defenderse, que vive en tolerancia con la firmeza de principios para luchar por sobrevivir.
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