El miedo preventivo
Un nuevo fantasma recorre Europa: el miedo preventivo. La vergonzosa decisión de la Deutsche Oper de Berlin de retirar de su programación de otoño la ópera Idomeneo de Mozart por razones de seguridad, ha sido algo más que una triste noticia; prolonga en nuestro Viejo Continente la mentalidad de impotencia y rendición frente a los musulmanes fanáticos y extremistas. La directora de la ópera ha justificado el cierre porque “supone correr grandes riegos y todos han visto las consecuencias de las viñetas danesas”. Cualquier pretexto es bueno para dar un paso hacia atrás y no herir la sensibilidad de los fundamentalistas. Pero, por cierto, ¿dónde están las protestas de católicos, budistas o griegos? Las cabezas cortadas que aparecían en el montaje eran las de Mahoma, pero también las de Poseidón, Buda y Jesucristo.
En estos años Europa no ha aprendido nada. No ha querido aprender, que es lo más grave. Si la condena a muerte de Salman Rushdie en 1989 cogió por sorpresa a los europeos –no se esperaban que un régimen islámico pudiera prometer el cielo a cualquiera que muriera matando a un ciudadano británico por un libro que narra la historia de dos hindúes musulmanes– diecisiete años después apenas reaccionan ante las fatuas que condenan a muerte al Papa por sus palabras en un foro universitario. Si ya fue bastante humillante la súplica del perdón de Javier Solana –en nombre de todos los europeos– por las viñetas de Mahoma, esta vez, y como ha denunciado Barroso, ni un solo líder europeo ha tenido el valor de alzar su voz para decir que el Papa tiene derecho a expresar su opinión, y que además sus palabras no son el problema, sino la reacción de los extremistas. Es el miedo preventivo.
¿Cómo quiere esta Europa que alguien la tome en serio? Mientras se reúnen una y otra vez para debatir sobre ampliación, inmigración, seguridad, futuro...olvidan lo más importante: nuestros valores y nuestra cultura. Capitulan ante los que les pisotean la libertad de expresión y de pensamiento, la democracia, la razón, el respecto mutuo. Son precisamente estos principios los que teóricamente alejan a Europa de ser un simple concepto geográfico. Pero desgraciadamente parece que los europeos están perdiendo la memoria. Todo lo más que cabe esperar, en el mejor de los casos, son más buenas palabras, cuando lo que se necesitan son hechos, bien tangibles y reales.
El 250 aniversario del nacimiento del genial Mozart se ha convertido en una nueva derrota para Occidente por miedo a las represalias islamistas. O nos defendemos o nos convertimos, porque dentro de poco bastará con no ser musulmán para faltar al respeto al Profeta.
En estos años Europa no ha aprendido nada. No ha querido aprender, que es lo más grave. Si la condena a muerte de Salman Rushdie en 1989 cogió por sorpresa a los europeos –no se esperaban que un régimen islámico pudiera prometer el cielo a cualquiera que muriera matando a un ciudadano británico por un libro que narra la historia de dos hindúes musulmanes– diecisiete años después apenas reaccionan ante las fatuas que condenan a muerte al Papa por sus palabras en un foro universitario. Si ya fue bastante humillante la súplica del perdón de Javier Solana –en nombre de todos los europeos– por las viñetas de Mahoma, esta vez, y como ha denunciado Barroso, ni un solo líder europeo ha tenido el valor de alzar su voz para decir que el Papa tiene derecho a expresar su opinión, y que además sus palabras no son el problema, sino la reacción de los extremistas. Es el miedo preventivo.
¿Cómo quiere esta Europa que alguien la tome en serio? Mientras se reúnen una y otra vez para debatir sobre ampliación, inmigración, seguridad, futuro...olvidan lo más importante: nuestros valores y nuestra cultura. Capitulan ante los que les pisotean la libertad de expresión y de pensamiento, la democracia, la razón, el respecto mutuo. Son precisamente estos principios los que teóricamente alejan a Europa de ser un simple concepto geográfico. Pero desgraciadamente parece que los europeos están perdiendo la memoria. Todo lo más que cabe esperar, en el mejor de los casos, son más buenas palabras, cuando lo que se necesitan son hechos, bien tangibles y reales.
El 250 aniversario del nacimiento del genial Mozart se ha convertido en una nueva derrota para Occidente por miedo a las represalias islamistas. O nos defendemos o nos convertimos, porque dentro de poco bastará con no ser musulmán para faltar al respeto al Profeta.
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