Las verdaderas causas de la guerra de los 6 dias
Charles Krauthammer analiza como estaba la situacion en el medio oriente antes de la guerra de los 6 dias en un articulo muy interesante,donde recuerda que esa guerra fue culpa delos arabes que se habian alineado con egipto gobernado por Nasser un demagogo arabe (de los muchos que ha habido en esa region) que decia que iba a destruir Israel,ademas es interesante la similitud de la situacion de esos dias con la situacion actual de Iran y la amenaza de su demagogo y lunatico presidente que amenaza cada rato con destruir Israel y mientras construye una bomba nuclear ante las narices de un occidente que contempla todo sin hacer nada realmente (por que las sanciones que pone la ONU son ridiculas)
Los israelíes recuerdan el terror de ese insostenible mayo de 1967 en el que, sin que Israel poseyera ningún territorio ocupado en absoluto, todo el mundo árabe se preparaba febrilmente para el inminente exterminio de Israel. Y el mundo no hizo nada.
A duras penas habrá existido un plan árabe de paz en los últimos 40 años -incluyendo la presente versión saudí- que no exija el retorno al estatus quo del 4 de junio de 1967. ¿Por qué es esa fecha tan sagrada? Porque fue la víspera del estallido de la Guerra de los Seis Días en la que Israel logró una de las victorias más sorprendentes del siglo XX. Los árabes han pasado cuatro décadas intentando deshacer sus consecuencias.
El verdadero aniversario de la guerra debería ser ahora, tres semanas antes. El 16 de mayo de 1967, el Presidente egipcio Gamal Nasser exigía la evacuación de la fuerza de seguridad de la ONU presente en la Península del Sinaí que había mantenido a Israel y Egipto en paz durante 10 años. La ONU cumplió los deseos, momento en el cual Nasser impuso un bloqueo naval por la única salida al sur de Israel, el puerto de Eilat, en un acto obvio de guerra.
Cómo llegó Egipto a esta aventurada provocación es un relato complejo (hecho crónica en el magistral relato de Michael Oren, "Seis Días de guerra") de intencionalidad agresiva combinada con desinformación perversa. Una advertencia soviética urgente y falsa de que Israel se preparaba para atacar a Siria condujo a una cascada de maniobras intra-árabes que a su vez condujeron a Nasser, el defensor del panarabismo, a confrontar mortalmente a Israel con un Sinaí remilitarizado y un bloqueo por el sur.
¿Por qué esto es aún importante? Porque el período de tres semanas entre el 16 de mayo y el 5 de junio explica la reticencia de Israel durante 40 años a renunciar a los frutos de la Guerra de los Seis Días -- el Sinaí, los Altos del Golán, cisjordania y Gaza -- a cambio de garantías de paz en un papel. Israel disponía de garantías similares fruto de la Guerra de Suez de 1956, tras la cual evacuó el Sinaí a cambio de esa fuerza de pacificación de la ONU y de garantías de libre paso a través del Estrecho de Tiran por parte de las potencias occidentales.
Todo esto se esfumó con un gesto de la mano de Nasser. Durante esas tres interminables semanas, el Presidente Lyndon Johnson intentaba componer un ejército de países con el fin de romper el bloqueo y abrir Israel al sur. El esfuerzo fracasó estrepitosamente.
Es difícil exagerar cómo fueron para Israel esas tres semanas. Egipto, en alianza ya con Siria, suscribía un pacto militar de emergencia con Jordania. Irak, Argelia, Arabia Saudí, Sudán, Túnez, Libia y Marruecos comenzaron a enviar tropas para unirse a la inminente lucha. Con tropas y ejército agolpándose en cada una de las fronteras de Israel, exultantes informativos en cada una de las capitales del mundo árabe anunciaban el inminente final de la guerra para el exterminio de Israel. "Destruiremos a Israel y sus habitantes", anunciaba el cabecilla de la OLP Ahmed Shuqayri, "y en cuanto a los supervivientes -- si es que hay alguno -- los barcos están preparados para deportarlos".
Para Israel, la espera fue acuciante y debilitadora. El ejército de ciudadanos de Israel tenía que movilizarse. Mientras sus soldados esperaban en los diversos frentes a que el mundo rescatara del peligro inminente a la nación, la sociedad israelí se detuvo en seco y su economía comenzó a desangrarse. El jefe del mando del ejército Yitzhak Rabin, a ser enarbolado más tarde como héroe de guerra y aún más tarde como mártir de la paz, sufrió una crisis nerviosa. Quedaba incapacitado hasta el punto de la incoherencia a causa de la insostenible tensión de la espera con la vida de este país pendiendo de un hilo.
Conocemos el resto de la historia. Rabin se recuperó a tiempo para conducir a Israel a la victoria. Pero olvidamos lo arriesgada que era la condición de Israel. La victoria se decantó en un exitoso ataque contra las fuerzas aéreas de Egipto la mañana del 5 de junio. Fue una jugada de sorprendentes proporciones. Israel envió el grueso de sus fuerzas aéreas de 200 aparatos a la misión, completamente expuestos a fuego antiaéreo y misiles. En caso de haber sido detectados y las fuerzas destruidas, la cifra de aviones dejados atrás para defender el territorio israelí -sus ciudades y civiles- de los 900 aparatos de las fuerzas aéreas árabes combinadas era de... 12.
También olvidamos que la ocupación del cisjordania por parte de Israel no fue buscada en absoluto. Israel suplicó al rey Hussein de Jordania que permaneciese al margen del conflicto. Enfrentado en feroz combate a un Egipto numéricamente superior, Israel no tenía ningún deseo de abrir un frente nuevo a apenas unas yardas del Jerusalén judío y a unas cuantas millas de Tel Aviv. Pero Nasser dijo a Hussein personalmente que Egipto había destruido las fuerzas aéreas de Israel y el espacio aéreo, y que la victoria total estaba al alcance de la mano. Hussein no pudo resistirse a la tentación de unirse a la lucha. Se unió. Y Perdió.
El mundo pronto será inundado de exposiciones del 40 aniversario de la guerra -- y de la paz a la vuelta de la esquina que solamente aguarda a que Israel vuelva al 4 de junio de 1967. Pero los israelíes son cautelosos. Recuerdan el terror de ese insostenible mayo en el que, sin que Israel poseyera ningún territorio ocupado en absoluto, todo el mundo árabe se preparaba febrilmente para el inminente exterminio de Israel. Y el mundo no hizo nada.
Los israelíes recuerdan el terror de ese insostenible mayo de 1967 en el que, sin que Israel poseyera ningún territorio ocupado en absoluto, todo el mundo árabe se preparaba febrilmente para el inminente exterminio de Israel. Y el mundo no hizo nada.
A duras penas habrá existido un plan árabe de paz en los últimos 40 años -incluyendo la presente versión saudí- que no exija el retorno al estatus quo del 4 de junio de 1967. ¿Por qué es esa fecha tan sagrada? Porque fue la víspera del estallido de la Guerra de los Seis Días en la que Israel logró una de las victorias más sorprendentes del siglo XX. Los árabes han pasado cuatro décadas intentando deshacer sus consecuencias.
El verdadero aniversario de la guerra debería ser ahora, tres semanas antes. El 16 de mayo de 1967, el Presidente egipcio Gamal Nasser exigía la evacuación de la fuerza de seguridad de la ONU presente en la Península del Sinaí que había mantenido a Israel y Egipto en paz durante 10 años. La ONU cumplió los deseos, momento en el cual Nasser impuso un bloqueo naval por la única salida al sur de Israel, el puerto de Eilat, en un acto obvio de guerra.
Cómo llegó Egipto a esta aventurada provocación es un relato complejo (hecho crónica en el magistral relato de Michael Oren, "Seis Días de guerra") de intencionalidad agresiva combinada con desinformación perversa. Una advertencia soviética urgente y falsa de que Israel se preparaba para atacar a Siria condujo a una cascada de maniobras intra-árabes que a su vez condujeron a Nasser, el defensor del panarabismo, a confrontar mortalmente a Israel con un Sinaí remilitarizado y un bloqueo por el sur.
¿Por qué esto es aún importante? Porque el período de tres semanas entre el 16 de mayo y el 5 de junio explica la reticencia de Israel durante 40 años a renunciar a los frutos de la Guerra de los Seis Días -- el Sinaí, los Altos del Golán, cisjordania y Gaza -- a cambio de garantías de paz en un papel. Israel disponía de garantías similares fruto de la Guerra de Suez de 1956, tras la cual evacuó el Sinaí a cambio de esa fuerza de pacificación de la ONU y de garantías de libre paso a través del Estrecho de Tiran por parte de las potencias occidentales.
Todo esto se esfumó con un gesto de la mano de Nasser. Durante esas tres interminables semanas, el Presidente Lyndon Johnson intentaba componer un ejército de países con el fin de romper el bloqueo y abrir Israel al sur. El esfuerzo fracasó estrepitosamente.
Es difícil exagerar cómo fueron para Israel esas tres semanas. Egipto, en alianza ya con Siria, suscribía un pacto militar de emergencia con Jordania. Irak, Argelia, Arabia Saudí, Sudán, Túnez, Libia y Marruecos comenzaron a enviar tropas para unirse a la inminente lucha. Con tropas y ejército agolpándose en cada una de las fronteras de Israel, exultantes informativos en cada una de las capitales del mundo árabe anunciaban el inminente final de la guerra para el exterminio de Israel. "Destruiremos a Israel y sus habitantes", anunciaba el cabecilla de la OLP Ahmed Shuqayri, "y en cuanto a los supervivientes -- si es que hay alguno -- los barcos están preparados para deportarlos".
Para Israel, la espera fue acuciante y debilitadora. El ejército de ciudadanos de Israel tenía que movilizarse. Mientras sus soldados esperaban en los diversos frentes a que el mundo rescatara del peligro inminente a la nación, la sociedad israelí se detuvo en seco y su economía comenzó a desangrarse. El jefe del mando del ejército Yitzhak Rabin, a ser enarbolado más tarde como héroe de guerra y aún más tarde como mártir de la paz, sufrió una crisis nerviosa. Quedaba incapacitado hasta el punto de la incoherencia a causa de la insostenible tensión de la espera con la vida de este país pendiendo de un hilo.
Conocemos el resto de la historia. Rabin se recuperó a tiempo para conducir a Israel a la victoria. Pero olvidamos lo arriesgada que era la condición de Israel. La victoria se decantó en un exitoso ataque contra las fuerzas aéreas de Egipto la mañana del 5 de junio. Fue una jugada de sorprendentes proporciones. Israel envió el grueso de sus fuerzas aéreas de 200 aparatos a la misión, completamente expuestos a fuego antiaéreo y misiles. En caso de haber sido detectados y las fuerzas destruidas, la cifra de aviones dejados atrás para defender el territorio israelí -sus ciudades y civiles- de los 900 aparatos de las fuerzas aéreas árabes combinadas era de... 12.
También olvidamos que la ocupación del cisjordania por parte de Israel no fue buscada en absoluto. Israel suplicó al rey Hussein de Jordania que permaneciese al margen del conflicto. Enfrentado en feroz combate a un Egipto numéricamente superior, Israel no tenía ningún deseo de abrir un frente nuevo a apenas unas yardas del Jerusalén judío y a unas cuantas millas de Tel Aviv. Pero Nasser dijo a Hussein personalmente que Egipto había destruido las fuerzas aéreas de Israel y el espacio aéreo, y que la victoria total estaba al alcance de la mano. Hussein no pudo resistirse a la tentación de unirse a la lucha. Se unió. Y Perdió.
El mundo pronto será inundado de exposiciones del 40 aniversario de la guerra -- y de la paz a la vuelta de la esquina que solamente aguarda a que Israel vuelva al 4 de junio de 1967. Pero los israelíes son cautelosos. Recuerdan el terror de ese insostenible mayo en el que, sin que Israel poseyera ningún territorio ocupado en absoluto, todo el mundo árabe se preparaba febrilmente para el inminente exterminio de Israel. Y el mundo no hizo nada.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home