La estrategia de la araña Irani
Vivimos tiempos en que los tiranos renacen, los peligros se ven venir desde lejos, no hay tapujos en los planteamientos de nuestros enemigos, no disimulan sus intenciones. Y sin embargo, nos cuesta mucho asimilar el concepto de que son "nuestros enemigos". A veces no creemos ni siquiera que estemos amenazados. El juicio del 11-M, tal vez lo más importante que está pasando hoy en Europa, se ha convertido en algunos medios o para algunas personas en algo ajeno, irreal, que tiene un poderoso componente espectacular, como lo es un reality show o un extraño laberinto dialéctico.
Hace tiempo que hay indicios suficientes para advertir de que en Oriente Próximo se están llevando a cabo los experimentos del futuro. Es un dramático y no menos espectacular campo de pruebas de una realidad que vemos tan ajena, por desgracia, como el juicio del 11-M. En Oriente Próximo hay un plan. Para quien quiera verlo, insisto, ya que la ceguera es libre. No me refiero a una conspiración, pero casi. Hay una estrategia que tiene por objetivo la provocación, la desesperación de Israel, la confusión de todos los países estables de la zona (Egipto, Jordania) y la amenaza insistente de unos pocos. Este plan tiene metas, fases, programación, y es un plan en el que el tiempo juega a su favor. El origen está en dos países: Irán y Siria. La oportunidad del plan surgió y ha ido desarrollándose con la guerra de Irak, o mejor dicho con la evolución que ha tomado la guerra de Irak. Irán ha optado por presionar cuando se ha demostrado que nunca será atacada ni invadida por EE UU de una manera convencional, ya que si algo ha enseñado esta guerra en Irak es que quien inicia acciones así, en el mundo islámico moderno, basado en la permanente guerra civil como arma, se ve arrojado a una humillante derrota.
Cuando sucedió hace un año, el orquestado secuestro de unos soldados israelíes motivó la enésima provocación por parte de Hamás, un grupo terrorista, y el pretendido reequilibrio de fuerzas en Líbano fue inducido por Irán y Siria, quienes sabían perfectamente que Israel entraría enseguida al trapo. No tenía más remedio, si no quería dar imagen de debilidad, de derrota, de incapacidad. Otra cosa es cómo entró, y cómo fracasó, y para ello, para juzgar sus errores, algunos de enorme calado humano, militar y político, se constituyó una comisión (Vinograd) cuyos resultados han sido demoledores con el Gobierno de Olmert -fracasado se mire desde donde se mire-. Pero al menos en Israel son capaces de justicia y crítica. ¿Existe en el mundo árabe una comisión así, capaz de reprocharle crudamente a sus gobiernos sus errores militares con tanta crudeza? La respuesta es: obviamente, no.
Pero sigamos. Como Irán y Siria lo sabían, iniciaron la provocación. El precio que había que pagar también estaba ya en el plan previo: unos cuantos miles de muertos en Líbano, unos cuantos millones de dólares en destrucción de infraestructuras (que de inmediato se repusieron descaradamente por Irán y Siria). Pero los beneficios fueron enormes: tensión de fuerzas en Líbano, inmerso en una larga parálisis sin protagonismo, desgaste de su Gobierno prooccidental, con el consiguiente paso a la otra fase, la del predominio de Hezbolá como fuerza emergente en busca de una oportunidad, y la subida del petróleo en Irán, que todo lo acalla con el alza de precios. No olvidemos que Irán es "intocable" no porque figuras como Ahmadineyad o los ayatolahs gobiernen un país que, tarde o temprano, tendrá que reaccionar, sino por la presión que ejerce sobre los precios del crudo. ¿Qué riesgos asumían entonces los creadores de ese plan? Éstos: la evidencia de que Siria está detrás del asesinato de Hariri, todo un símbolo, y la tensión en la zona hasta el extremo de parecer que nadie tiene el control de nada. La turbulencia como clima político. Pero Hezbolá y Hamás, es decir, Siria e Irán, sí tienen el control, y saben que con unas cuantas fotos impactantes, unos cuantos terribles dramas humanos y unas cuantas hipocresías, la conciencia occidental europea se ablanda y enseguida entra en la espiral de la culpa y el maniqueísmo.
Ahora estamos en una fase más: ahora la vuelta de tuerca de Irán, en materia nuclear, se ha vuelto a dar. No olvidemos que éste es su Gran Objetivo. Todos los demás hechos en la zona son acciones o etapas para llegar a ese objetivo, el de hacerse potencia. Por tanto, en la nueva fase, a la que estamos asistiendo, las piezas "títeres" vuelven a moverse, a generar humo, a crear muertos (algo barato para el mundo islámico): Hamás busca eliminar políticamente a Al Fatah mediante el amago de guerra civil, y Siria activa los muyahidim de Fatah al Islam, de Al Qaeda, que desde hace un año viene depositando en los campos palestinos libaneses, en la confianza de que ya serán barridos por Hezbolá cuando convenga. Y Siria los "activa" justo cuando la ONU se va a pronunciar, con su investigación, sobre la culpabilidad de ese país en el asesinato de Hariri, y justo cuando Bachar al Assad ha salido reforzado en un simulacro de referéndum (el típico 97,6%). Ahora que nadie para los pies a Irán, ahora que la debilidad de Abu Mazen es mayor, ahora que la política de Israel está tocada y en entredicho, precisamente ahora se da cabida a estas milicias de un terrorista del que oiremos hablar mucho, como es Shakir al Absi. Tomen nota. Son el monstruo que se ha dejado crecer confiando en que sirva para desestabilizar durante un tiempo. Y se instaurarán también en Gaza contra Al Fatah, son los perros que necesitan Hamás e Hezbolá para convertirse en necesarios. Lo que falta por ver es si se volverán contra ellos o no. Hay que esperar a ver si Al Qaeda tendrá a medio plazo un papel protagonista o no en Oriente Próximo, mediante una progresión a base de "guerras civiles portátiles" para que, finalmente, la gran confrontación, el pulso esperado, sea entre Arabia Saudí e Irán. Un Irán muy poderoso porque nadie se habrá atrevido a enfrentarse a su amenaza nuclear, nada velada, muy nítida y expansiva. Nuestro enemigo. ¿Lo diremos?
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