Friday, June 15, 2007

Analisis del complot del aeropuerto JFK

El doctor Walid Phares analiza de manera muy clara en unos cuantos puntos las lecciones que se pueden sacar del complot para volar el aeropuerto JFK
algunos de esos puntos son muy inquietantes (el punto 2 es de suma importancia para los que vivimos en latinoamerica los terroristas ya estan aqui estan usando el caribe como base de operaciones):

El anuncio por parte de las autoridades norteamericanas de la detención de tres hombres y la búsqueda de un cuarto, todos implicados (presuntamente, desde el punto de vista legal) en un complot para matar a miles de personas dentro y en los alrededores del Aeropuerto Internacional JFK nos deja con al menos siete lecciones rápidas. Ciertamente, el proceso judicial y las tácticas de la acusación nos proporcionarán más información que evaluar. Sin embargo, he aquí los puntos analíticos a establecer, algunos de los cuales se podrán ver como muy básicos.

1. Ésta es una operación (infructuosa o no) que implica al menos a tres países y tres continentes: los Estados Unidos (Norteamérica), Trinidad y Tobago (el Caribe) y la Guayana (Sudamérica). Significa que los terroristas (jihadistas ideológicamente) han deslocalizado sus actividades a tres países distintos (incluyendo los Estados Unidos) para lanzar un ataque contra América. De ahí que la primera lección a sacar sea que en realidad, la guerra contra el jihadismo es una guerra global contra el terror, y por tanto una invitación a revisar sus declaraciones en la materia para el panel del Congreso norteamericano y la Comisión Europea, que pedían abandonar el concepto de "guerra global contra el terrorismo". Como ha quedado claramente en evidencia antes y después del 11 de Septiembre, los jihadistas, los regímenes, las organizaciones y los particulares son distribuidos por múltiples países y poner sus miras en muchos otros países; de ahí la dimensión global de ello.

2. La segunda lección es que el Caribe y Sudamérica han sido transformados en la práctica en plataformas de lanzamiento para que grupos jihadistas (Al Qaeda, otros salafistas y grupos dirigidos por Irán) se organicen, recluten y actúen. Lo que necesita atención específica por parte de Washington y otros aliados latinoamericanos y caribeños son las actividades jihadistas en el cono sur del hemisferio occidental. El hecho de que miembros del complot del Aeropuerto Internacional JFK procedieran de, y utilizasen, Trinidad y Tobago y la Guayana como zona de actividades señala, junto con las actividades conocidas en la región (Venezuela, la zona de la triple frontera y otras ubicaciones) el ascenso de la amenaza continental.

3. Más específicamente, la atención debe centrarse en comprender las raíces de la Jihad a lo largo de los tres estados conocidos como la Guayana. Allá por los años 80, el régimen de Gadafi en Libia había invertido en las redes de la zona, particularmente en Suriname, con influencia a lo largo de las fronteras. Además, los poderes wahabíes de Arabia llevaban financiando instituciones y colectivos desde finales de los años 80. El crecimiento del salafismo y los grupos radicales afines es el resultado directo de la exportación ideológica de los regímenes productores de petróleo a estas zonas.
La causa a raíz de potenciales ataques del terror en Nueva York o Toronto en esta década ha sido la activación de una guerra de adoctrinamiento ideológico emprendida hace décadas a través de este hemisferio. Por ejemplo, el sospechoso del aeropuerto JFK Russell Defreitas -- un ciudadano de 63 años nativo de Georgetown, Guayana, ciudadano norteamericano y ex empleado del aeropuerto JFK -- había iniciado sus actividades jihadistas hace décadas, lo cual es una indicación de los resultados a largo plazo de una guerra de ideas desatada a la vez incluso que la Guerra Fría estaba en marcha. Asimismo observe, por ejemplo, que la Jamaat-al-Muslimín (JAM), una organización islámica de Trinidad y Tobago que estuvo implicada en un intento de golpe de estado en 1990 que acabó con la vida a 19 personas, fue creada años antes del final de la Guerra Fría y precedió por tanto a la aparición de Al Qaeda. Pero lo que vincula todas estas actividades de la Guayana a las islas, pasando por América, es una única ideología: el jihadismo.

4. Una cuarta lección es darse cuenta de que mientras que esta operación fue afortunadamente frustrada por las autoridades norteamericanas, las proyecciones apuntan a que otras operaciones similares o bien se están contemplando teóricamente, o bien están en marcha por parte de jihadistas. Una guerra de la Jihad contra las democracias (Estados Unidos en este caso) no debería percibirse como un acto separado tras otro, sino como actos dispersos vinculados por una ideología, de ahí la dimensión bélica del conflicto.
Los ataques planeados contra el JFK son una forma de jihadismo, igual que otras formas han quedado plasmadas en complots descubiertos previamente, incluyendo la célula de Fort Dix, N.J., el grupo de Miami, la red del paintball de Virginia, el grupo juvenil de Georgia, y muchos otros ejemplos. Esta lección es importante puesto que muestra a los ciudadanos, al margen del debate de la élite, la imagen general del conflicto. Ayuda a que se den cuenta de que la motivación jihadista contra los Estados Unidos u otros países es más antigua y más profunda que cualquiera de los argumentos lanzados contra el principio de movilización mundial contra el terrorismo.

5. Una quinta elección tiene que ver con las capas de infiltración en los sistemas de los Estados Unidos y a ultramar. Los distintos tipos de células, particulares y otros colectivos jihadistas autoproclamados a todos los niveles de la sociedad y el gobierno son un indicador de la presencia. También nos dice que las estrategias del contraterrorismo, mientras que consumen tiempo y energía en proteger la zona bajo ataque (edificios, trenes, aeropuertos), tienen que dedicar tiempo y esfuerzos significativos a rastrear las raíces del adoctrinamiento. No deberíamos seguir la amenaza terrorista, sino en realidad anticiparnos a ella.

6. El supuesto vínculo con Al Qaeda no debería ser la medida de las estrategias del contraterrorismo. Al Qaeda constituye el centro de la guerra de la Jihad contra el Mundo Libre, pero no orienta a toda la red jihadista. De ahí que, vinculadas o no a Osama bin laden, las redes salafistas estuvieran a la ofensiva antes, y probablemente lo estarán después, de la transformación de Al Qaeda. Hemos visto suficientes pruebas del crecimiento y el desarrollo de lo que algunos llaman entidades terroristas "procedentes de casa". Su viaje al ámbito de Al Qaeda o no constituye la esencia de la campaña, es el viaje de los ideólogos y los fanáticos jihadistas hasta estos elementos lo que necesita confrontarse.

7. En esta era de globalización y cibervelocidad, la premisa imperante al rastrear el vínculo es que los esfuerzos para transmitir información entre "los nativos" y "la nave nodriza" ya se han dedicado. Como si entre los jihadistas de todo el mundo que se reúnen en salas de chat y visitan los escenarios de batalla de unos y otros la premisa imperante fuera que se hace el esfuerzo para establecer un vínculo, de la cúspide hasta la base, como sea. Pero incluso si el vínculo no se formaliza, las acciones fluyen en la misma dirección. El complot del aeropuerto JFK al menos ilustra esa dirección.

8. Abdel Kadir, miembro del Parlamento de Trinidad también implicado en esta operación, es un ejemplo de infiltración jihadista en los gobiernos extranjeros y en última instancia en las instituciones gubernamentales en casa. Ilustra el hecho de que los terroristas no son extranjeros exclusivamente, sino que también pueden ser elementos de los gobiernos y sus agencias. Ilustra además uno de los principales objetivos de la Jihad, que es "insertar" a sus fieles dentro de las instancias del gobierno, el legislativo, el ejecutivo y potencialmente el judicial.

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